En 1930 el promotor Enrique Carrión y Vecín promueve un concurso en Madrid con un programa complejo que busca albergar un hotel, apartamentos, cafeterías, sala de fiestas, tiendas comerciales y aportar al mismo tiempo una solución urbana a la esquina que se producía entre la calle Jacometrezo y la, en ese entonces, nueva Gran Vía en la capital española.
Al concurso se presentaron seis proyectos, de los cuales, fue la solución singular de la pareja de jóvenes arquitectos Luis Martínez Feduchi y Vicente Eced y Eced la ganadora. Una respuesta adecuada en forma de chaflán (ochavada) que se incorpora al contexto urbano renovando así la imagen de Madrid, por lo que en poco tiempo el Edificio Carrión (o Capitol, por el cine homónimo en su planta baja) se convierte en uno de los edificios simbólicos de la ciudad.
Este edificio se construye en una época crucial para España: después de la Primera Guerra Mundial, y debido al encarecimiento del costo de la vida y al aumento del valor del suelo se produce una división clara entre el sector industrial y el comercial que provoca a las industrias abandonar las grandes ciudades. Durante este periodo entre las dos Guerras Mundiales, España conoce cambios que suponen la aceptación de las corrientes internacionales, lo que da paso a una transformación del modo de vivir que buscaba asemejarse al de las ciudades estadounidenses. Así pues, en ciudades como Londres, París y el mismo Madrid buscan una imagen similar a ciudades como Nueva York por lo que se multiplican los teatros, cines, salas de baile y nuevos espacios de negocios. Un resultado que incide en la arquitectura y define una nueva tipología de edificios capaz de cumplir con todas estas necesidades dando a luz al “edificio comercial”.
El Edificio Carrión alcanza los 54 metros de alto, consta de 16 plantas y ocupa una superficie en planta de 17.200 pies cuadrados (1.597 metros cuadrados). Su programa mixto busca representar la modernidad de la época, de tal manera que cada uno de los espacios del edificio se diseña bajo el principio racionalista, solución que se basa primordialmente en responder a su función por lo que la decoración de los interiores es sencilla, pero no simplista.
A pesar de ello, el edificio de esquina destaca su fachada de ambos lados de las calles, ya que se reviste de diversos tipos de piedra, seleccionados por su color y textura: mármol, granito y piedra caliza, determinando su colocación de manera específica en función de los elementos de la fachada que se deseaban destacar logrando así un resultado expresivo de las fachadas.
Inaugurado a tres años del inicio de su construcción, el sistema constructivo del edificio Carrión era básico, pero incorpora adelantos tecnológicos que destacan la obra convirtiéndola en un símbolo de la modernidad. Su estructura mixta, metálica y de cemento armado posee vigas de hormigón tipo Vierendell; cuatro de ellas se convirtieron en las vigas más largas de Europa de ese entonces, midiendo 31 metros de largo y 3,10 metros de altura, con un peso de 70 toneladas cada una. La estructura de la cubierta se convirtió en la sala de espectáculos más grande del centro de Madrid.
Con más de 80 años de vida, el edificio Carrión es una obra vanguardista que reforzó la imagen de modernidad que proyectó la construcción de la Gran Vía de Madrid. El edificio Carrión se convirtió así en el edificio representativo de la ciudad, un icono de modernidad que marca no solamente la identidad de Madrid, sino también la historia de la arquitectura española del siglo XX.